Como una pieza de piano que se ejecuta a cuatro manos, las restauradoras María Pía Tamborini y Patricia Lissa trabajan con pasión, conocimiento y delicadeza en la recuperación de la bandera argentina más antigua, la de Macha, aquella que la historia indica que acompañó a Manuel Belgrano al Alto Perú en 1812, en su lucha contra los realistas.
La historia de la bandera que hoy se encuentra en el Museo Histórico Nacional ( en Defensa 1600 )es tan fascinante como el trabajo que desde hace dos años llevan adelante las especialistas, al hilvanar los delgados hilos -del grosor de un cabello- que sostienen, sin atravesarlos, los fragmentos de la Bandera.
La Bandera es de seda, de 2,40 por 1,60 metros, y se conserva en un 70% de su totalidad. Las restauradoras contaron que se hicieron distintas pruebas para ver qué método seguir, tras lo cual se optó por la consolidación de dos telas -una de soporte de base y otra superior trasparente de protección- con puntada de conservación con hilo de seda.
En lugar de las agujas convencionales, se emplean agujas curvas que se utilizan para cirugías de ojo.
Así, cada fragmento -de 30 mm el más pequeño- queda sostenido por ambas telas pero sin ser cosido. Sucede que la mala conservación de la insignia durante décadas, a lo que se suma que la seda en la que se confeccionó era de mala calidad, hacen que en la actualidad sea sumamente frágil.
Esta misma fragilidad hizo que no fuese posible recuperar el tinte original, que era un azul índigo y un blanco marfil, por lo cual la restauración se realiza a partir de la coloración actual.
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