sábado, 7 de septiembre de 2013

LA PALABRA "TRABAJO"


"En lo particular no me gusta la palabra "trabajo". El ser humano es el único animal que tiene que trabajar, y yo creo que es la cosa más ridícula del mundo.

Otros animales consiguen lo que necesitan para sobrevivir viviendo, pero la gente ...trabaja como loca pensando que necesitan trabajar para mantenerse vivos.
Mientras más grande el trabajo, más grande el reto y más maravilloso creen que es.


Lo mejor sería olvidar esa manera de pensar y vivir una vida fácil, cómoda y con mucho tiempo libre.

Creo que así es la manera en que viven los animales en los trópicos, saliendo de sus casas en la mañana y tarde para ver qué hay de comer y luego regresando a sus casas a tomar una larga siesta.
Esa debe ser una vida maravillosa.
Para los seres humanos, una vida tan simple sólo es posible si uno sólo trabajara para producir directamente sus necesidades diarias.

En una vida así, el trabajo deja de ser trabajo como lo conoce la mayoría de la gente, y se convierte en una manera de simplemente hacer lo que se necesita hacer."

Masanobu Fukuoka.

 

EMBRIÁGUENSE



Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.


Pero, ¿de qué? De música, de poesía o de virtud, como mejor les parezca...
Pero embriáguense.


Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:

“¡Es hora de embriagarse!"

Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar! De música, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.


Charles Baudelaire